05 octubre 2009

—Érase una vez un ciempiés que bailaba estupendamente con sus cien pies Cuando bailaba, todos los animales del bosque se reunían para verlo. Y todos quedaban muy impresionados con el exquisito baile. Pero había un animal que no le gustaba ver bailar al ciempiés. Era un sapo...

—Sería un envidioso...

—¿Qué puedo hacer para que e! ciempiés deje de bailar?, pensó el sapo. No podía decir simplemente que no le gustaba el baile. Tampoco podía decir que él mismo bailaba mejor; decir algo así no tendría n¡ pies ni cabeza.
Entonces concibió un plan diabólico.

—¡Cuéntame!

—Se sentó a escribir una carta al ciempiés. «Ahhh, inigualable ciempiés», escribió. “Soy un devoto admirador de tu maravillosa forma de bailar. Me encantaría aprender tu método. ¿Levantas primero el píe izquierdo # 78 y luego el pie derecho # 47? ¿O empiezas el baile levantando el izquierdo # 23 antes de levantar el pie derecho # 18? Espero tu contestación con mucha ilusión. Atentamente, el sapo”

—¡Caray!

—Cuando el ciempiés recibió la carta se puso inmediatamente a pensar en qué era lo que realmente hacía cuando bailaba. ¿Cuál era el primer píe que movía? ¿Y cuál era el siguiente? ¿Qué crees que pasó?

—¡Creo que el ciempiés no volvió a bailar jamás!

—Sí, así acabo el cuento, Eso pasa cuando la imaginación es ahogada por la reflexión de la razón

deprimida

...hoy es lunes 5 de octubre de 2009

Y SIGO DESEMPLEADA
:(